Martes XV del Tiempo Ordinario

Evangelio según san Mateo 11, 20-24

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decía:

 

«¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.

 

Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día del juicio para Sodoma que para ti».

 

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Reto Trivia Vida de los Santos del mes de julio, cada día publicaré la vida de un santo y deberás de enviar tus respuestas del mes correspondiente al correo electrónico penriquegarcia@gmail.com del 1º  al 5 de cada mes.  Los resultados se publicaran el día 10 de cada mes.  ¿Aceptas el Reto de la Trivia de la Vida de los Santos? Para el mes de julio la trivia de la vida de los santos del #43 al #72. ¡ESPERO SUS RESPUESTAS!

 

Lo siento mucho por publicar tarde, he tenido problemas con mi laptop y al perecer ya están resueltos y va a ser mejor.

La imagen de héroe que solemos encontrar en las películas de cine o en las aventuras de novela es la de una persona que se enfrenta en solitario contra el mundo entero y sale victorioso. Toda su fuerza está en él mismo y sólo apela a sus convicciones y a sus recursos, que parecen casi infinitos. La Biblia nos presenta un mensaje distinto, que puede bien sintetizarse en la frase que hemos oído hoy en la primera lectura del libro del profeta  Isaías (7, 1-9): «sino confían no subsistirán.» La fuerza no es la de quien pone su confianza en sí mismo sino en el Señor.

 

Claro que este mensaje no es obvio y nadie ha dicho que sea fácil de entender. Hay ocasiones en que las circunstancias nos muestran nuestros límites de tal manera que casi nos vemos «obligados» a confiar, por la sencilla razón de que casi no hay otra cosa que pueda hacerse sino abandonarse.

 

Algo así fue lo que vivió Ajaz, rey de Judá, cuando supo que sus enemigos del Norte se habían aliado y hacían ya campamento de guerra cerca de Jerusalén, como nos cuenta la primera lectura. En semejantes circunstancias, la voz segura y lúcida de Isaías hace una predicción asombrosa: no sólo será salvada Jerusalén sino que los enemigos serán aniquilados.

 

Humanamente hablando, allí no había nada que hacer. Al respecto es interesante comparar las actitudes de los hebreos del reino del Norte, aquí llamado «Efraín» y las de los reino del sur, es decir, Judá. La presión venía de más arriba, de Siria. Los de Efraín, con su rey Pécaj a la cabeza, caen en la desesperación y lo que hacen es aliarse con los opresores para convertirse ellos mismos en opresión hacia el sur, o sea, hacia Judá. Los del reino del sur, en cambio, inspirados por la serenidad de Isaías no hacen pactos con los enemigos sino que resisten en Dios. Los hechos le dan la razón al profeta: los del Norte, los de Efraín, de hecho desaparecieron como pueblo; los del sur, los judíos, subsisten incluso hasta el día de hoy.

Uno tiende a pensar que una buena tanda de milagros será suficiente para convertir a cualquiera. El evangelio de hoy muestra que no es así.

 

Las ciudades que nombra Jesucristo en este breve texto, Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm, tienen probablemente el mayor índice de milagros por kilómetro cuadrado del mundo entero. Y sin embargo, ya hemos oído el reproche del Señor: no se convirtieron. La primera conclusión es que la conversión no sucede a fuerza de cosas extraordinarias.

 

Los milagros no son «pruebas,» en el sentido de una demostración de geometría, que te obliga a aceptar lo que se te está diciendo. Los milagros son señales, y como  tales, pueden ser aceptados o no.

 

De donde sacamos otra enseñanza: si los milagros son señales, es evidente que no son las únicas. El mundo entero está lleno de señales, sólo que las consideramos poco interesantes o significativas por la única razón de que nos hemos acostumbrado a ellas. Un atardecer, la paz de un arroyo, el parpadear de las estrellas o la inmensidad del océano son señales y también a su modo están proclamando a su Hacedor. Lo importante, en últimas, no es el tamaño de la señal sino la docilidad de la mirada que las lee, reconoce y agradece.

 

Reto Trivia Vida de los Santos del mes de julio. #58 Beata …

Pertenecía a la nobleza de Italia. Después de la muerte de sus padres, Magdalena decidió retirarse al Convento de Santa Margarita de Como, donde se recibía a las hijas de los nobles. Estando en la puerta del Convento, Magdalena escuchó una voz que le repitió tres veces: «Magdalena, dirígete a Brunate; ahí es donde debes retirarte.»

 

Entonces, la Beata se dirigió sin vacilar al Claustro en las montañas de Brunate. El Convento estaba casi vacío. Pero, el número de religiosas aumentó considerablemente después del ingreso de Magdalena.

 

Ella fue elegida Superiora, y afilió el Convento a la Orden de las Ermitañas de San Agustín. Magdalena fundó otro Convento en la ciudad de Como; mas, ella permaneció en Brunate.

 

La Beata curaba a los enfermos y tenía cualidades de visionaria. Su confianza en Dios era tan grande, que el Señor obró muchos milagros por su intercesión.

 

Magdalena exhortaba a sus religiosas a la comunión frecuente. Según parece, murió el 15 de mayo de 1465, a edad muy avanzada, después de una larga y dolorosa enfermedad.

 

¡Lee la Biblia, confía en la misericordia de Dios y tu vida se transformará!

  

 En Cristo y Santa María de Guadalupe

  Padre Enrique García Elizalde

 

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